Experimento Milgram

Experimentos Milgram

“¿Quién dice que yo, que condeno una injusticia, afirme ser incapaz de realizarla yo misma?”

-Hannah Arendt

¿Hasta dónde es capaz de llegar un ser humano bajo presión? ¿hasta dónde la moral propia es capaz de intervenir en la decisiones cuando hay una autoridad? Estas preguntas intentaron resolverse después de la Segunda Guerra Mundial por Stanley Milgram en la universidad de Yale.

La atención de Milgram se había centrado en el juicio del nazi Adolf Eichmann, ideólogo de la solución final del Tercer Reich. Quien afirmaba que solo seguía ordenes y culpaba al gobierno de haber abusado de su obediencia.

Para su experimento, Milgram uso carteles solicitando voluntarios para un estudio sobre el aprendizaje y la memoria y ofreció una compensación de cuatro dólares más comida. Así logro reunir un grupo de personas de entre 20 y 50 años.

El experimento consistía en aislar a tres personas: un experimentador, un alumno y un maestro. A los voluntarios se les dijo que eran escogidos al azar como maestros o alumnos, pero en realidad la única opción era salir elegido como maestro. Los alumnos eran actores cómplices de los experimentadores.

El experimentador le explicaba al maestro que debía hacer: le leería al alumno algunas palabras que debería memorizar. Cada que el alumno se equivocara en una pregunta el maestro debía castigarlo con una descarga eléctrica que iba desde los 15 voltios (que en realidad era la única que existía) hasta llegar, subiendo en una graduación de 30 niveles, hasta una de 450 voltios.

Antes de realizar el experimento. Milgram pidió la opinión de un grupo de expertos en comportamiento, psicólogos y psiquiatras sobre el numero de personas que estimaban serian capaces de aplicar el castigo máximo siguiendo órdenes. Las respuestas fueron de entre 0.1% y 1.5%, que corresponde al tanto por ciento de psicópatas que calculaban podía haber en la población normal. Pero los resultados fueron muy distintos, ya que el 65% de los participantes llego al castigo limite.

Algunas variaciones del experimento mostraban que el porcentaje bajaba cuando el alumno se situaba muy cerca del maestro o si las instrucciones se recibían por teléfono. Pero cuando el alumno se encontraba en una habitación lejana donde no se oían claramente sus gritos y quejidos, había mas de un experimentador presionando o se incluía a otra figura de autoridad, el porcentaje podía subir llegando al 90%.